sábado, 26 de noviembre de 2011

Gira nuremberg 2011

Gira nuremberg 2011: Florida// Maldonado//Pan de Azúcar//San Carlos// Piríapolis.


auspicia las giras por el interior nuremberg.:  intro interiores





nuremberg de santiago Sanguinetti


// directora general: maría Dodera
// intérprete: santiago Sanguinetti
 //escenografía y luces: fernando Scorsela
//intervención artística: virginia Sosa
// intervención escénica en giras: intro// matías Vizcaino
// gráfica y fotografía: alejandro Persichetti.
// producción general: andrea Silva







viernes, 25 de noviembre de 2011

Crítica Egon Friedler

Por Egon Friedler



                               FURIA CONTRA EL MUNDO

“Nuremberg”  de Santiago Sanguinetti – Interpretación del propio autor y dirección de María Dodera – En el Museo “Torres García”

           El autor-intérprete encarna a un “skinhead”, hijo de un padre autoritario y una madre dura y cruel, que fue violado en su adolescencia y a lo largo de poco menos de una hora proclama  histéricamente su furia contra el mundo y contra los blancos tradicionales de la  extrema derecha, desde los homosexuales a los judíos. Presuntamente espera descargar su odio irrefrenable en un atentado contra el embajador de un país que no se nombra. Una camioneta negra pasará a buscarlo y entretanto se entrena frenéticamente. Pero por momentos, el duro y decidido fanático se ablanda y se transforma en un niño asustado, que pretende ser bondadoso y “portarse bien”.
          Santiago Sanguinetti actor, vestido con la indumentaria simbólica de los grupos violentos de derecha, incluyendo botas militares y una cuidadosamente labrada cruz gamada, realiza una labor física y anímicamente agotadora. Alterna el duro ejercicio físico, en el que no se da tregua con una furibunda filípica en la que despotrica contra el orden existente, contra las sanguijuelas que chupan la sangre de los buenos arios

blancos y contra los miserables seres inferiores que convierten el mundo en un repugnante estercolero. Su exaltación al odio se expresa en reiterados saludos nazis con la mano levantada y el grito desafiante   “Heil Hitler”.
           El trabajo histriónico de Sanguinetti es de una intensidad y una riqueza de matices notable, y se expresa tanto en su expresiva mímica como en su no menos expresivo lenguaje corporal.
        Su labor como dramaturgo es bastante más cuestionable. Sanguinetti nos presenta a un nazi de 1933-1939 y no un skinhead del siglo XXI. El nombre Nuremberg constituía un gran símbolo en el apogeo del régimen nazi pero hoy no tiene ni en Alemania ni en el mundo la significación que tuvo en la época nazi o poco después de la guerra cuando se celebraron los juicios a los jerarcas nazis en esa ciudad.  Por lo demás, el planteo sicológico de Sanguinetti no es suficientemente sofisticado. Confía en la reiteración auto-hipnótica de consignas por parte del personaje como recurso dramático sin reparar en que en lugar de fortalecer la esquemática trama, la debilita. Pero el error esencial de Sanguinetti como autor es hacer de su personaje un verdadero sicótico (y no un joven aparentemente normal con algunos rasgos sicóticos) por lo que “Nuremberg” en realidad es la exposición  de una patología individual  y no de un peligroso fenómeno social.
     Con ello, pese a todas las limitaciones expuestas, la apuesta común de Sanguinetti y Dodera a una agresión espiritual sin tregua, mantiene en vilo al espectador. Por otra parte, “Nuremberg” coloca en la atención de la opinión pública un tema serio que exige atención y debate. Es un mérito que cabe reconocer que se suma al fascinante ejercicio de histrionismo de Santiago Sanguinetti, quien sin duda constituye no solo una de las más personalidades más interesantes del teatro uruguayo del presente sino también una de sus más serias promesas para el futuro.
      
         

Crítica BERNARDO BORKENZTAIN


SANGUINETTI A TRAVÉS DEL ESPEJO.

Sépalo ahora: Santiago Sanguinetti es el pequeño gran milagro del teatro uruguayo. Dramaturgo, actor, director, este paradigma de lo que modernamente se conoce como teatrista, está muy lejos de encontrar un techo.
No solamente ha ganado una cantidad de premios como dramaturgo y actor, sino que su primera puesta “Obscena” (co-creación dirigida por Gabriel Calderón) la realiza con 23 años. Inmediatamente Alberto “Coco” Rivero estrena su “Ararat” con el elenco de la Comedia Nacional, mientras participa en “Las Julietas”, de y por Marianella Morena y “Último piso del Hotel California”, primera colaboración con María Dodera.
A mediados de año, en su rol de director, guió al espectador a través de una odisea comunista en “Pogled” en la que dirige a Iván Solarich en su recorrido a través de la historia de su vida. Ahora dirigido él por María Dodera, retoma la faceta de dramaturgo y actor para presentar una de las propuestas más difíciles de lograr: encarnar a un skinhead y lograr igualmente la aceptación del pacto ficcional en un hecho teatral sin fisuras.
María Dodera fija el registro de la actuación de Sanguinetti en un tono bastante alejado del de sus trabajos actorales previos. Nos encontramos ante un personaje previsiblemente oscuro, nihilista, pero evitando finamente la tentación de reducirlo  a la caricatura o el estereotipo. Sanguinetti realiza un enorme desgaste físico a lo largo de  los 50 minutos de la obra, ya sea ilustrando los ejercicios gimnásticos que realizan los milicianos neo nazis, sino también actualizando la intensidad del conflicto y la pasión que convirtieron al “niño bueno” que lo acecha – y asusta- desde los espejos, obligándolo a romperlos, para no reconocerse.
El viaje de Beto – así se llama el personaje- está por concluir. Al sonar el celular deberá subirse a la camioneta negra que   como si cruzara la Estigia, lo llevará a su última misión: un asesinato en una embajada del que sabe que no va a volver. Mientras espera, relata cómo llegó hasta aquí. Beto no es una emergente de algo que ha salido mal en la sociedad. A diferencia de lo que cantara la murga Agarrate Catalina en su cuplé “La violencia”,  no es “el plan perfecto que ha salido mal”. Hijo de un militar, muerto cuando el él tenía 4 años, y de una madre que no duda en raparlo, encerrarlo y golpearlo por haber incurrido en la detestable costumbre judía del ahorro, Beto es la mera resultante de un odio, sistemática y primorosamente construida en su persona. Lejos de ser un ignorante es un muchacho capaz de escuchar a Wagner o Rammstein (que son sus favoritos) porque escucha “todo tipo de música” o de estudiar los discursos del Führer en su alemán original mientras se ejercita.
Beto es un filósofo. Conocedor como era previsible, de la obra de Karl Friedrich Nietzsche recita sus máximas para ilustrar el derecho de los fuertes a mandar, a someter, a aniquilar.
Es perfectamente capaz de explicar por qué  la pureza de la sangre es el bien mayor a preservar, y por lo que no solamente es correcto sino necesario erradicar homosexuales, judíos, negros y otros “pervertidos”. Sin embargo su impecable apología de la pureza, (él no come carne porque “los perros se hartan y se cansan pero no los caballos ni los elefantes”) choca con la narración de su violación por parte de una “pandilla de maricones”, de la que ninguno de sus camaradas fue capaz de salvarlo.
Ha cometido el peor de los pecados para un nihilista: va a sacrificarse por el bien general. Sus actos profanan el legado sagrado de los que murieron antes. Todo el miedo, todo el odio y toda la voluntad de conquista que tanto pondera en sus discursos, no ocultan que está a punto de caer en un execrable acto de altruismo: su vida por la lucha. La ética de Nietzsche entra en conflicto con la verdadera esencia de quien, en definitiva no es un héroe. Él solo no pudo enfrentarse a sus atacantes, él no es “La bella bestia rubia”, el Übermensch, capaz de alzarse sobre los despojos de un dios muerto y conquistar el mundo con la sola fuerza de su voluntad. Este punto aparece fuertemente en la gestualidad de Sanguinetti, que  mientras Beto enuncia sus más fuertes postulados nazis, mueve su cabeza en una negación casi tetánica.
Ha ocurrido algo terrible: su experiencia le ha enseñado el valor de la camaradería y la necesidad que tiene de su jauría. Por eso, porque sabe que no es verdad que “hayan ganado” por legarnos el miedo, porque a su modo sabe que debe morir para que la lucha siga, porque ama a sus camaradas, por todo eso  es que este anticristo enfrenta su Vía Crucis.  

                                                                                              BERNARDO BORKENZTAIN

“Nuremberg” de y por Santiago Sanguinetti. Dirección de María Dodera.
Teatro del Museo Torres García. Sábados a las 23.30 hs. Duración aproximada 50 minutos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Crítica Gergina Torello

Crítica Leonardo Flamia

Crítica María Rosa Carbajal


¡SOLO! ¿ SOLO ?

Nuremberg es algo más que una ciudad de Alemania. Más que el lugar donde se llevó a caboel proceso después de la Segunda Guerra Mundial  contra los dirigentes y organizaciones nazis y jefes militares alemanes (20 de noviembre de 1945- 1 de octubre de 1946). De los veintidós acusados fueron condenados a muerte : Göring, Ribbentrop,¨Streicher, Frick, Sauckel, Seyss-Inquart, Rosenberg, Kaltenbrunner, Frank, Keitel,  Jodi y Bormann. Seguramente el joven que interpreta Santiago Sanguinetti tenga un poco de sangre de todos estos , en ese cruce de caminos verborrágico que lo asfixia, lo agota, lo pone a la defensiva, se recompone. Expone los hechos por los cuales va a luchar, para conservar un legado. Espera  en una calle hedionda, en un retrete igual, en un cubículo donde trata de no perder la forma para el combate, piensa una y otra vezz en una lejana niñez que le obsequió todos los traumas posibles, todos los horrores entretejidos dentro de una familia militar-alemana-aria-fascista, lo que no es poco. Lo peor es que no le interesa siquiera morir, le interesa matar al enemigo, al distinto, al de otro color, al "incapaz", al que no es su "camarada", aunque éstos hayan ejercido sobre él un acto iniciático repudiable.
Una intensa fuerza dramática que se prolonga durante 50 minutos, donde el espectador aguarda a la par que el protagonista. Escucha al igual que él a Wagner, espera la señal del celular que lo pondrá en movimiento o lo dejarán solo. ¿Solo?. Quizás si, quizás en algún momento su cabeza deje de martillarse las mismas frases, la misma locura, la misma insana intolerancia. Quizás se vaya a reunir con los 12 apósteles del Apocalipsis mencionados arriba. Quien sabe. Quizás su mundo que pasa por su cabeza, fuente inagotable de horrores y errores ceda paso a una paz no conocida. Quizás. Los interrogantes flotan en esa nube negra que no se disipa. Las dudas y los temores se aferran a un futuro sin nombre. Nuremberg es sinónimo de muerte aún hoy, a pesar de los pesares y de los esfuerzos humanos por ser cada vez más "seres" humanos. Santiago Sanguinetti- impecable en este tenso monólogo de su autoría, demostrando una vez más su capacidad de actor y el dominio que tiene de su cuerpo y la claridad de su dicción. El texto es duro, cruel, permitiéndole dejar fluir esa sed de venganza que fluye sola, sin esfuerzo y permanece en su mente y en su gestualidad .
María Dodera , con la capacidad que la caracteriza, realiza un estupendo trabajo, para sacar de este monólogo todo lo que  Sanguinetti puede dar. Donde no está sólo él  sino un elenco de fantasmas que  lo rodean. 

María Rosa Carbajal