sábado, 1 de octubre de 2011


La guerra en las calles no existe. La guerra está dentro de ellos mismos; por debajo de sus

cráneos rapados, en su mente. La única batalla real es la que tendrán que librar contra sus
propios temores. Su miedo a no ser respetados. Su temor a la soledad. Su pánico a no ser
capaces de avanzar sin las muletas que ahora les sustentan. Su terror a perder el calor de los
camaradas, del clan, de la manada. Paradójicamente, según su propio Führer, ésa es la última
batalla que debía librar el verdadero guerrero ario. La batalla contra sí mismo y contra su
dependencia del grupo. «No debe olvidarse nunca que ninguna de las grandes hazañas de
este mundo ha sido realizada jamás por coaliciones; tales cosas han sido invariablemente la
obra del hombre individual» (Adolf Hitler, Mi lucha.)”,

Antonio Salas, Diario de un skin.